Hipersomnia

 

La hipersomnia se caracteriza por una somnolencia excesiva durante al menos un mes, evidenciada por episodios prolongados de sueño y episodios de sueño diurno que tienen lugar prácticamente a diario. El episodio de sueño más largo en estas personas suele oscilar entre 8 y 12 horas, con problemas frecuentes a la hora de levantarse. Aunque la calidad real del sueño nocturno es normal, las siestas o episodios de sueño diurno no son reparadoras ni mejoran el nivel de alerta.

No aparece exclusivamente en el transcurso de otro trastorno del sueño  o de otro trastorno mental ni se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica.

Habitualmente, las personas que padecen este trastorno presentan la somnolencia de forma creciente a lo largo de un período de tiempo determinado. Los episodios de sueño no intencionados tienen lugar habitualmente en situaciones de baja estimulación y baja actividad (p. ej., durante conferencias, leyendo, mirando la televisión o conduciendo).

Un caso especial es el síndrome de Kleine-Levin, que suele iniciarse en la adolescencia y consiste en la presencia de periodos sintomáticos varias veces al año. Entre dichos periodos, la duración del sueño y el nivel de alerta son normales, pero en los periodos sintomáticos el sueño nocturno puede llegar a las 18-20 horas, apareciendo otros síntomas como hipersexualidad indiscriminada, ingesta excesiva o irritabilidad.

Las personas con hipersomnia pueden ver afectadas sus relaciones sociales, laborales y familiares. El sueño nocturno prolongado y la dificultad para levantarse pueden producir problemas a la hora de cumplir con las obligaciones laborales. Los episodios no intencionados de sueño durante el día son a veces muy molestos e incluso peligrosos si, por ejemplo, el individuo está conduciendo o trabajando con una máquina. El nivel de alerta disminuido que se observa cuando el sujeto intenta combatir la somnolencia puede comportar un bajo rendimiento, una pobre concentración y un déficit de memoria durante las actividades diurnas.

La somnolencia, a menudo atribuida, por error, al aburrimiento o a la pereza, puede también afectar las relaciones sociales y familiares. Estas atribuciones erróneas pero continuas pueden hacer que la persona comience con un cuadro de ansiedad o depresivo.

 Es normal que con la edad aumenten las horas de sueño, de modo que este fenómeno no debe ser confundido con la hipersomnia primaria. El síndrome de Kleine-Levin es tres veces más frecuente en varones que en mujeres.

La hipersomnia primaria se inicia de forma típica entre los 15 y los 30 años de edad, con una progresión gradual de sus síntomas que precisa semanas o meses. En la mayoría de los casos el curso pasa a ser entonces de carácter crónico y estable, a no ser que se instaure un tratamiento.

A continuación se sugieren algunas pautas de comportamiento a seguir durante el día que pueden evitar o mitigar la aparición de este tipo de trastorno.

Consejos de higiene para el día:

  • Mantenga horarios y rutinas regulares. Levántese cada día a la misma hora y realice las mismas tareas: asearse, desayunar, ir al trabajo…
  • Organice su tiempo mediante listas de prioridades.
  • Aprenda a no estar siempre disponible. Dedíquese tiempo a usted mismo  y realice algo que realmente le guste (leer, escuchar música, jugar a las cartas, cuidar plantas…).
  • Acepte que la vida se compone de tareas por acabar que requieren de un proceso.
  • Realice algún ejercicio físico suave, al mediodía o por la tarde, tres días por semana: por ejemplo,  andar 45 minutos.
  • Reserve pequeños períodos (5 min. dos veces al día) para respirar y relajarse.
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